martes, 30 de abril de 2013

Hannah Arendt

de Margarethe von Trotta. Alemania, 2012. 113’.
30 de abril de 2013. Casa de la Cultura, Avilés. V.O.S.

En 1961 Hannah Arendt se ofrece al The New Yorker para asistir al proceso contra Adolf Eichman en Jerusalén y escribir una serie de artículos. En ellos defenderá la banalidad del mal, la ausencia de intención y reflexión en un hombre que fue capaz de provocar el horror con un comportamiento de burócrata diligente y casi anónimo pero que no percibía otra cosa en su conducta que el cumplimiento de órdenes y normas. Esa idea y la alusión al papel de las organizaciones judías en aquellos años terribles son muy mal recibidas en los círculos judíos y en su propio medio académico.

La película retrata el entorno íntimo y académico de la pensadora durante la época en que asistió al proceso a Eichman, redactó su polémico (y luego influyente) trabajo y sufrió despiadadas críticas por no limitarse a describir lo obvio ni quedarse en lo políticamente correcto al interpretarlo. Aunque también incluye algunas evocaciones de su relación con Heidegger, es la fuerza del personaje y el oportuno equilibrio que Margarethe von Trotta consigue entre su perfil humano e intelectual lo que hace que las casi dos horas de esta historia sobre ideas atrapen como si se estuviera viendo un buen thriller. Pero además von Trotta quiere (y consigue) dar que pensar. El revelador (y molesto) enfoque de Hannah Arendt sobre el totalitarismo y el mal que esta película retrata la sitúan al otro lado de la historia narrada en La cinta blanca. Si Haneke analizó la forja moral del carácter que hizo posible el nazismo, von Trotta transmite con claridad la tesis de Arendt de que aquel mal absoluto fue posible por las conductas de unos seres absolutamente corrientes que simplemente renunciaban a pensar. El discurso de Hannah Arendt al final la película reconforta por lo que tiene de reivindicación de su lúcida postura. Pero también se hace inquietante por la actualidad que sigue teniendo su advertencia sobre el peligro cotidiano de ese mal que se esconde en las conductas de quienes se niegan a pensar.

lunes, 29 de abril de 2013

Tesis sobre un homicidio

de Hernán A. Golfrid. Argentina, 2013. 106’.
28 de abril de 2013. Cines Marta, Avilés.

Una joven aparece asesinada frente a la facultad de derecho. Roberto Bermúdez sospecha que el autor de ese crimen podría ser Gonzalo, un alumno de su postgrado que lo habría cometido para retarle a investigarlo.

Un final más confuso que abierto no es el único problema de esta película. No se entiende por qué Roberto (y el guionista) se olvida por completo de leer (y mostrarnos) lo qué ha escrito Gonzalo en esa tesis sobre un homicidio que le entrega como trabajo final del curso. O que una conversación sobre una mariposa lleve a Roberto a quedarse con un colgante de la morgue y a seguir a su alumno por las salas del Malba para acabar creyendo que su comentario sobre el cuadro de Picasso es la prueba de que le está poniendo a prueba. Las imágenes tienen fuerza (la que le sobra a los enfáticos subrayados de su banda sonora), pero no compensan los baches de verosimilitud de la historia. De cualquier forma, se hace muy agradable volver a ver a Ricardo Darín haciendo de abogado obsesionado por resolver un crimen en Buenos Aires. Pero ahí acaba lo que Tesis sobre un homicidio tiene en común con El secreto de sus ojos, la película con la que Juan José Campanella hizo inolvidables las interpretaciones de Soledad Villamil, de Guillermo Francella y la química de ambos con un Ricardo Darín que es inmejorable en películas espléndidas como aquella y que consigue que parezcan mejores de lo que son películas limitadas como esta.

viernes, 26 de abril de 2013

Los salvajes

de Alejandro Fadel. Argentina, 2012. 119’.
25 de abril de 2013. Centro Niemeyer, Avilés.

Cinco jóvenes escapan violentamente de un reformatorio. En los días siguientes vagan por paisajes tan salvajes como la forma en que sobreviven en ellos.

El título no engaña. El retorno al escenario de un crimen anterior es también el regreso a una vida presocial pero nada roussoniana. Los sacrificios, milagros e inmolaciones que vertebran la historia invitan a contemplarla como un mito clásico en escenarios prístinos o como una indagación sobre los límites de la relación entre los humanos, los animales y la naturaleza. Pero su crudeza, sus escasos  diálogos y su parsimonia narrativa hacen que Los salvajes no resulte una película grata. La fuerza de sus imágenes y sonidos hace difícil perder la atención, pero se hacen largas estas dos horas de adolescencia divagante y amoral.

jueves, 25 de abril de 2013

A puerta fría

de Xavi Puebla. España, 2012. 80’.
24 de abril de 2013. Centro Cultural Valey, Piedras Blancas.

Dos días sin salir de un hotel en el que se celebra una feria para comerciales. Vendedores de diversas edades que intercambian abrazos y tarjetas pugnan por colocar sus productos. Entre ellos Salva, un comercial nato que está pasando malos momentos. No solo en su vida personal, también en ese oficio duro en el que los más jóvenes amenazan con desplazar a los de su generación. Vender sus productos a Battleworth, un norteamericano poderoso, puede ser su última oportunidad. Inés, una joven azafata de congresos que le recuerda a su hija, le ayudará a conseguirlo. Pero a un alto precio.

Vender a puerta fría es el destino más triste de un vendedor. El que ya tiene Carmelo, el amigo de Salva que comparte con él la sensación de pertenecer a un tiempo que se acaba. La relación entre ambos hace que esta magnífica película recuerde a Glengarry Glen Ross. Pero A puerta fría es mucho más. El naufragio en la vida de Salva y su relación circunstancial con Inés tienen el magnetismo de aquellas otras vidas varadas en un hotel japonés en Lost in translation. Y nos ofrece un espejo en el que mirar un mundo laboral despiadado en el que es difícil saber qué generación lo tiene peor. Es verdad que las apariciones de Nick Nolte en esta historia son impresionantes. Pero solo porque están al nivel de interpretaciones tan espléndidas como las de esos geniales maduros que son Antonio Dechent, Héctor Colomé y José Ángel Egido. O la de una deliciosa María Valverde que hace que duela ver a esa joven Inés convertida en regalo para el depredador norteamericano que interpreta Nick Nolte. No se merece Xavi Puebla que su película se haya estrenado en España con solo trece copias. El buen cine español como este no debería quedar relegado a los centros culturales. Si Xavi Puebla fuera francés su película se habría visto en toda Europa. Y si fuera estadounidense llegaría a los cines de toda España.

miércoles, 24 de abril de 2013

El muerto y ser feliz

de Javier Rebollo. España, 2012. 94’.
23 de abril de 2013. Casa de la Cultura, Avilés.

Santos es un español que ha vivido muchos años en Argentina como asesino a sueldo. Ahora es un enfermo terminal que, con la ayuda de una enfermera que le facilita morfina, abandona el hospital de Buenos Aires e inicia un viaje sin rumbo por carreteras secundarias. Por azar le acompaña Érika, una mujer joven a la que tampoco parece importarle llegar a ningún lugar. Pero no será así. El viaje les unirá y acabará reconciliando a cada uno con su pasado. Santos recordará por fin el nombre del primer hombre al que asesinó y Érika volverá, después de varios años, al hogar de su familia en Salta. El poético final doble subrayará la conjunción del título.

Una fotografía con un color saturado en el que dominan los azules y una voz en off que narra y comenta constantemente lo que las imágenes muestran son seguramente los aspectos más llamativos de esta película sobre un viaje agónico por paisajes marginales de Argentina. Por este Santos, viejo y doliente, José Sacristán ha ganado este año un Goya que hace tiempo que tenía bien merecido y que supo agradecer con un discurso memorable.

martes, 23 de abril de 2013

Los últimos días

de Alex y David Pastor. España, 2013. 100’.
22 de abril de 2013. Cines Marta, Avilés.

Un extraño virus provoca un pánico mortal a los espacios abiertos. Marc lleva semanas sin poder salir de su empresa y sin saber nada de Julia, su novia embarazada. Con Enrique, un tiburón de los recursos humanos que le iba a despedir, recorre alcantarillas y túneles del metro de Barcelona hasta que consigue dar con ella. 

Un barcelonófilo como yo no podía perderse una película sobre agorafobia en esa ciudad. Si nadie quiere salir a las calles de Barcelona es que las cosas están muy mal. Con una idea casi tan llamativa como la de El incidente, Alex y David Pastor desarrollan una historia que se deja ver por la fuerza de algunas escenas. Ciertos diálogos pueden resultar, siendo benévolos, poco originales (sobre todo cuando Quim Gutiérrez y José Coronado se paran y sus personajes comentan sus vidas). Pero las imágenes oníricas de Marta Etura en un paraíso verde que es contrapunto y motivación para ese periplo subterráneo o las de una Barcelona vacía y muerta en un apocalipsis actual,  hacen que la película interese. De todas formas, la posible metáfora o cuento moral sobre nuestro mundo no es lo que me ha parecido más inquietante. En la antepenúltima escena José Coronado muere en el patio de butacas de una sala de cine vacía y en espera de reformas. Anoche yo también estaba solo en el cine y hoy El País recoge los desoladores datos de asistencia a las salas tras las medidas de un gobierno que trata mejor a los que han especulado con  nuestro futuro que a quienes siguen queriendo vincularlo con la ciencia y la cultura. No sé si estaré, como en esta película, en los últimos días de poder hacer algo tan maravilloso como cruzar una calle subir otra y en cinco minutos estar viendo una película en un palacio (eso son, y no solo metafóricamente, los Cines Marta). Pero no quiero tener que reprocharme no haber hecho lo suficiente por conservar un hábito tan natural como ver cine en su lugar natural. Coda optimista: tras la muerte de Enrique, y a pesar del pánico, Marc cruza la calle, se encuentra con Julia y llega a vivir un tiempo nuevo en el que su hijo saldrá a las calles sin miedo para recorrer con sus amigos una Barcelona vegetal que parece un paraíso. Quizá vayan juntos a un cine.

lunes, 22 de abril de 2013

Anna Karenina

de Joe Wright. Reino Unido, 2012. 130’.
21 de Abril de 2013. Cines Marta, Avilés.

Anna, la esposa del destacado miembro del gobierno ruso Alekséi Karenín, viaja a Moscú para convencer a la mujer de su hermano de que no le abandone tras su última infidelidad. Allí conoce a Alekséi Vronsky, un joven con quien tiene una relación apasionada que acaba con su matrimonio. Con una hija de Vronsky y sin lograr el divorcio de Karenín, el entorno aristocrático de Anna la condena al ostracismo.

Tras Orgullo y prejuicio y Expiación, Joe Wright tiene buenos motivos para sentirse un maestro en el arte de llevar grandes novelas al cine. Ahora se atreve con Anna Karenina. Pero esta vez ha pecado de exceso de confianza. En Tolstoi. Quizá dio por hecho que la historia de pasiones y adulterios del maestro ruso era ya tan potente que llegaba sola al espectador y que él podía dedicarse a lo suyo, a deslumbrar con imágenes fascinantes. Y lo consigue (deslumbrar con sus imágenes). Su Anna Karenina es una coreografía de planos sorprendentes que aprovecha magníficamente las posibilidades de un espacio tan simbólico como el de un teatro. Allí pone su mirada barroca y sus escenarios mutantes con un planteamiento que es justo el negativo de aquel Dogville minimalista de Lars von Trier. Pero sus magníficos planos y secuencias no consiguen dar el suficiente relieve a la historia de sus personajes. Las imágenes saltan con fuerza de su teatro a nuestra pantalla, pero no así los sentimientos. Por mucho que se esfuerce Keira Knightley, la pasión y el drama de su personaje adúltero me convence tan poco como los del también adúltero personaje de la no menos esforzada Rachel Weisz en The Deep Blue Sea. Pero si aquella (sobrevalorada) película me pareció solo una vana parodia del cine de Won Kar-Wai, las imágenes de Joe Wright me han parecido poderosas y originales. A ver si la culpa la va a tener Tolstoi.

jueves, 18 de abril de 2013

Searching for Sugar man

de Malik Bendjelloul. Suecia, 2012. 85’.
17 de abril de 2013. Centro Cultural Valey, Piedras Blancas. V.O.S.

En los años sesenta dos productores musicales descubrieron en un bar de Detroit a Sixto Rodríguez, un músico singular que componía unas canciones que hacían parecer light a las de Dylan. Tras grabar dos discos ("Cold Fact" y "Coming from Reality") que, sin embargo, no tuvieron el éxito esperado, su rastro se pierde y se extiende la leyenda de un posible suicidio sobre algún escenario. Sin embargo, su música llegó a Sudáfrica convirtiéndose en la banda sonora de las vidas de los blancos que en los años ochenta se oponían al apartheid. Tras una búsqueda casi detectivesca, un periodista consigue saber más de él y lo encuentra llevando una vida anónima e ignorante de su éxito lejano. El viaje de 1998 a Sudáfrica y los emotivos conciertos que allí dio son el contrapunto de esa vida apacible y modesta que sigue llevando en Detroit.

Este documental es una emocionante reivindicación de una figura que resulta tan atractiva cuando parece ser solo una sombra del pasado como cuando reaparece como un hombre maduro que ignora que es una estrella al otro lado del mundo. Las canciones de Rodríguez y la forma en que se va desvelando la indagación sobre su historia hacen que sea una gozada ver esta película. En la memoria seguramente quedará como una magnífica historia bien contada y no solo como el documental que aparentemente es. Está claro que algunos documentales pueden tener la tensión y la fuerza de las mejores ficciones. A estas alturas ya sé que cuando acabe 2013 entre las mejores películas que habré visto este año estarán dos documentales: Mapa y Searching for a Sugar man. En las dos la verdad de lo que se cuenta y la manera de contarlo hacen que la etiqueta de documentales les quede pequeña, muy pequeña.

miércoles, 17 de abril de 2013

Aquí y allá

de Antonio Méndez Esparza. México, 2012. 110'.
16 de abril de 2013. Casa de la Cultura, Avilés.

“El regreso”, “aquí”, “el horizonte” y “allá” son las cuatro partes de esta historia sobre Pedro, un emigrante mejicano que vuelve a su pueblo desde Estados Unidos y recupera su vida con su mujer y sus hijas. Hasta que la necesidad le obliga a emigrar de nuevo.

Los personajes no son actores. Parecen interpretar sus propias vidas. Literalmente. Los escenarios y los protagonistas son verdaderos, pero lo que dicen no lo parece. Largos planos fijos para unos diálogos hieráticos hacen que esas vidas no parezcan vivas. Es como si un director español le hubiera dicho a los miembros de una familia mejicana que se  digan, de la forma más natural posible, lo que se suelen decir en familia. Y eso no funciona. Por muy quieta que se deje la cámara, la naturalidad se vive, no se revive. Para recrearla son mejores los actores, los que saben hacer que las historias verdaderas se conviertan en verdaderas historias. Y es que para hacer buen cine hace falta algo más que buenas intenciones.

martes, 16 de abril de 2013

Grandes esperanzas

de Mike Newell. Reino Unido, 2012. 128’.
15 de abril de 2013. Cines Marta, Avilés.

Una vida tranquila y feliz en la humilde herrería familiar parece ser el destino que espera a Pip, un niño pobre que un día tiene un encuentro inquietante con un convicto huido. Un benefactor anónimo, que resultará ser ese preso, decide convertirlo en caballero y le paga una vida regalada en Londres. Estella le fascina desde niño y, aunque él no lo sepa, sus vidas están relacionadas por más motivos que el amor.

El retrato dickensiano del ambiente de la infancia de Pip y de los contextos londinenses en los que socializaban su barbarie los cachorros de la clase alta inglesa es lo que más me ha interesado de esta película. Por lo demás, no tengo grandes esperanzas de que dure mucho en mi memoria.

lunes, 15 de abril de 2013

Siete psicópatas

de Martin McDonagh. Reino Unido, 2012. 109’.
14 de abril de 2013. Cines Marta, Avilés.

Siete psicópatas es la historia de un guionista que escribe la historia de una película de la que solo tiene el título: Siete psicópatas. El desarrollo del guión será el de esta película en la que un amigo le ayuda secuestrando al perro de un mafioso psicópata y trenzando más historias de psicópatas. Hasta siete.

Esta película tiene varias capas. Lo dice uno de los personajes que la traman en el momento en que propone un giro en el guión para que la violencia de la primera parte deje paso a las palabras en la segunda, como en el cine francés. No es cine dentro del cine, es el metarrelato dentro del propio relato o el relato de un metarrelato. Haber sido el único espectador en la sala me ha impedido oír las risas que seguramente habrían despertado varias escenas o notar las reacciones de otros ante los momentos de violencia. Martin McDonagh consigue algo tan extraño como armar una historia (¿armar una historia?) que puede agradar tanto al público tarantiniano como al del cine francés (o quizá defraudar a los dos). Lo más difícil era cerrar ese guión y McDonagh lo consigue con los sucesivos finales (de tiroteos y de palabreos) y con ese epílogo que recuerda que un guionista no debe olvidarse de lo que promete a un personaje.

viernes, 12 de abril de 2013

2001: Una odisea del espacio

de Stanley Kubrick. Reino Unido, 1968. 139'.
11 de abril de 2013. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.

Hace cuatro millones de años unos homínidos encuentran un monolito pulido y empiezan a usar herramientas. En un 2001 futuro otro monolito aparece enterrado en la Luna. En el viaje hacia Júpiter en busca del tercero, Hal-9000, el superordenador que gobierna la nave, se rebela. Y en los confines del Universo un último monolito aparece en los límites de la vida humana conectando futuro y pasado.

En el mismo año en que Kubrick estrenaba esta icónica película, Erich von Däniken publicaba Recuerdos del futuro, un libro que también sugería que la humanización pudo venir de las estrellas. Quienes, aún lejos del 2001, leímos aquel libro y disfrutamos de esta película hoy tenemos nítidos recuerdos del futuro. Recuerdos de cómo imaginábamos que sería el tiempo del nuevo milenio. Para construir ese imaginario Kubrick nos mostró tantas cosas que hoy nuestro iPhone nos recuerda a aquel monolito perfecto que parecía venir de un futuro enigmático y atrayente. Ver esta película al otro lado de ese 2001 es reencontrarse con los propios recuerdos. Y temer que ahora nos defraude lo que entonces nos fascinó. Pero no. El Kubrick, cuya ópera prima descubríamos hace apenas una semana en Madrid, vuelve a cautivarnos ahora en el Niemeyer con esta maravilla visual, sonora y conceptual. A 2001: Una odisea del espacio le sientan magníficamente los cuarenta y cinco años pasados desde aquel tiempo en que aún no se había pisado la luna y a Kubrick se le ocurrió imaginar esta historia. Y aún mejor verla en el Centro Niemeyer, un lugar que algunos malévolos llaman retrofuturista. Un pequeño ciclo de actividades en torno a Los planetas de Holst (el pasado sábado disfrutábamos en el auditorio del concierto de la OSPA con imágenes de la NASA al fondo) ha sido la ocasión para reencontrarnos en pantalla grande con este Kubrick galáctico. Un acontecimiento memorable.

jueves, 11 de abril de 2013

Tabú

de Miguel Gomes. Portugal, 2012. 118’. B/N
10 de abril de 2013. Centro Cultural Valey, Piedras Blancas. V.O.S.

En un tiempo bien fijado (del 28 de diciembre de 2010 al 3 de enero de 2011) y un espacio definido (el de una Lisboa con poca vida) transcurren los últimos días de Aurora, una anciana solitaria a la que cuida su asistenta Santa y por la que se preocupa su vecina Pilar. En otro tiempo Aurora había vivido en África una intensa historia de amor con Ventura, un anciano al que Pilar localiza y cuya voz da sentido a las imágenes de aquel año en que vivieron una pasión adúltera mientras ella gestaba a su hija.

Un preámbulo poético con cocodrilo simbólico, una primera parte (Paraíso perdido) con parsimonia casi exasperante y una segunda parte (Paraíso) rodada en 16 mm con sonido pero sin voces, componen esta extraña película. Todo lo que cuenta resulta distante. Y no solo en la evocadora segunda parte africana, sino también en los diálogos hieráticos de la primera parte lisboeta. Algunas simetrías entre esas dos partes y esas vidas (la "saudade" del invierno portugués actual frente a la pasión de la primavera africana colonial, la relación tímida entre Pilar y su amigo pintor en la madurez y la relación apasionada entre Aurora y su amante músico en la juventud, la hija que evita a Aurora cuando viene de Canadá y la joven que viene de Polonia y no quiere ir a casa de Pilar…) articulan una película que, con mucho menos acierto que The Artist o Blancanieves, también apuesta por recobrar el cine (medio) mudo. Aunque tiene elementos y guiños que hacen probables las buenas críticas que está recibiendo, Tabú no ha llegado a agradarme ni a interesarme. La encuentro más propicia para una cinefilia analítica (e impostada) que para el disfrute (sincero) de lo que muestra la pantalla.

lunes, 8 de abril de 2013

Los amantes pasajeros

de Pedro Almodóvar. España, 2013. 90’.
7 de abril de 2013. Cines Marta, Avilés.

El vuelo de la compañía Península puede acabar mal. Con el tren de aterrizaje averiado y todo el pasaje de la clase turista narcotizado, una tripulación loca entretiene a los pasajeros de business hasta llegar a un aeropuerto manchego.

Locas y mamarrachas son los tres azafatos que centran este regreso de Almodóvar a las provocaciones que le hicieron famoso en los ochenta. La disonancia de género es del propio Almodóvar que hace que se hablen así esos personajes hiperhomosexualizados que tripulan su historia. Un guión que todo lo fía a la naturalidad provocadora de expresiones que sorprenden en una pantalla es la receta con la que parece querer regresar al cine transgresor de sus inicios. Pero el efecto ya no es el mismo y, aunque en la sala se escucharon algunas risas, este vuelo almodovariano dejará un recuerdo muy pasajero.

domingo, 7 de abril de 2013

La cocinera del presidente

de Christian Vincent. Francia, 2012. 95’.
6 de abril de 2013. Cines Marta, Avilés.

Hortense Laborie, una chef creativa y con carácter, es contratada como cocinera del presidente Mitterrand. Escenas de sus años en el Eliseo y de su último día en la base científica antártica en la que trabajó después se alternan en esta película sobre cómo se cocina para un presidente y cómo se cocinan los entornos presidenciales.

Lo mejor de la película sucede en esa cocina en la que Hortense prepara esencias culinarias francesas para un presidente con buen gusto pero con mucha menos presencia que el verdadero Mitterrand. Poco añaden a la historia las escenas en la base antártica que solo distancian de lo principal y casi desentonan en esta sencilla película de fácil digestión.

sábado, 6 de abril de 2013

Efectos secundarios

de Steven Soderbergh. EE.UU., 2013. 109’.
5 de abril de 2013. Parqueastur, Corvera.

Emily es una joven depresiva que ha intentado suicidarse. Su psiquiatra le prescribe un nuevo fármaco que le va bien, pero que tendrá dramáticos efectos secundarios.

Como los de esta historia, que comienza retratando la depresión y mostrando el poder de psiquiatras y empresas farmacéuticas para, tras un giro casi hitchcockiano, convertirse en un thriller sobre conspiraciones sentimentales y especulaciones financieras. Soderbergh plantea esas dos partes con notable independencia tanto en la forma de contarlas como en los roles que en cada una de ellas juegan el psiquiatra y la paciente. Pero el conjunto encaja bien y la historia se sigue con interés.

viernes, 5 de abril de 2013

All or nothing

de Mike Leigh. Reino Unido, 2002. 128’.
4 de abril de 2013. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.

Phil y Penny llevan una vida triste con sus hijos Rachel y Rory en un suburbio de Londres. Penny, cajera en un supermercado, y Rachel, limpiadora en una residencia geriátrica, son las que a duras penas sostienen una familia en la que Phil, un taxista estoico, es solo un padre pusilánime. La repentina enfermedad de Rory, un adolescente obeso y de mal carácter, les pone ante el vacío que ha ido llenando sus vidas.

¿Pueden unas vidas ancladas estar a la deriva? Mike Leigh lo demuestra en esta magnífica historia sobre seres humildes y desvalidos con destinos tan evidentes como su incapacidad para escapar de ellos. La tristeza de esta familia se teje con la de otras dos componiendo un retablo dominado por una desesperanza no exenta de ternura. Historias bien construidas y personajes verdaderos son los mimbres con los que se hace el buen cine. Mike Leigh lo sabe.

miércoles, 3 de abril de 2013

Fear and desire

de Stanley Kubrick. EE.UU., 1953. 68’. B/N
2 de abril de 2013. Sala Berlanga, Madrid. V.O.S.

Cuatro soldados quedan perdidos en un bosque tras las líneas enemigas de una guerra desconocida. Las dificultades del retorno y la posibilidad de matar a un general enemigo ponen a prueba su carácter y su actitud ante la vida. El miedo y el deseo hacen que surjan pronto la violencia, el heroísmo y la locura.

Se hace extraño ver ahora esta ópera prima que un genio tan indiscutible como Kubrick quiso destruir a pesar de (o quizá por) haber hecho todo en ella: dirigirla, rodarla, montarla y producirla. La película tiene ya sesenta años pero está impecablemente restaurada. Es fácil buscar en algunas de sus escenas premoniciones de lo que vendría después (desde el pacifismo temprano de Senderos de gloria hasta la sensualidad tardía de Eyes Wide Shut). Pero tampoco es difícil darle la razón a Kubrick y entender los motivos por los que siempre renegó de ella y la consideró una obra fallida. Por suerte, en su momento no fue mal recibida y su autor pudo continuar una carrera que ahora justifica sobradamente el interés (y el morbo cinéfilo) que tiene contemplar esta rareza en la que el joven Kubrick se preguntaba si hay algún hombre que no sea una isla.