jueves, 11 de abril de 2013

Tabú

de Miguel Gomes. Portugal, 2012. 118’. B/N
10 de abril de 2013. Centro Cultural Valey, Piedras Blancas. V.O.S.

En un tiempo bien fijado (del 28 de diciembre de 2010 al 3 de enero de 2011) y un espacio definido (el de una Lisboa con poca vida) transcurren los últimos días de Aurora, una anciana solitaria a la que cuida su asistenta Santa y por la que se preocupa su vecina Pilar. En otro tiempo Aurora había vivido en África una intensa historia de amor con Ventura, un anciano al que Pilar localiza y cuya voz da sentido a las imágenes de aquel año en que vivieron una pasión adúltera mientras ella gestaba a su hija.

Un preámbulo poético con cocodrilo simbólico, una primera parte (Paraíso perdido) con parsimonia casi exasperante y una segunda parte (Paraíso) rodada en 16 mm con sonido pero sin voces, componen esta extraña película. Todo lo que cuenta resulta distante. Y no solo en la evocadora segunda parte africana, sino también en los diálogos hieráticos de la primera parte lisboeta. Algunas simetrías entre esas dos partes y esas vidas (la "saudade" del invierno portugués actual frente a la pasión de la primavera africana colonial, la relación tímida entre Pilar y su amigo pintor en la madurez y la relación apasionada entre Aurora y su amante músico en la juventud, la hija que evita a Aurora cuando viene de Canadá y la joven que viene de Polonia y no quiere ir a casa de Pilar…) articulan una película que, con mucho menos acierto que The Artist o Blancanieves, también apuesta por recobrar el cine (medio) mudo. Aunque tiene elementos y guiños que hacen probables las buenas críticas que está recibiendo, Tabú no ha llegado a agradarme ni a interesarme. La encuentro más propicia para una cinefilia analítica (e impostada) que para el disfrute (sincero) de lo que muestra la pantalla.