jueves, 15 de octubre de 2015

La conversación

de Francis Ford Coppola. EE.UU., 1974. 113’.
15 de octubre de 2015. Antiguo concesionario de la Renault en la calle Campomanes, Oviedo. V.O.S.


Una pareja conversa mientras pasea por una plaza. A pesar de la dificultad, algunos hombres les están grabando. Trabajan para Harry Caul, un profesional de la vigilancia que, tras editar la conversación e intuir los motivos del encargo, se tortura por los efectos de su trabajo en la vida privada de las personas. Quizá porque guarda tan celosamente la suya.

Coppola Portátil es el nombre del ciclo que la Fundación Princesa de Asturias ha organizado sobre la obra del director americano con motivo de la entrega la próxima semana del Premio de las Artes.  Se proyectarán muchas de sus películas en salas del centro de nuestras ciudades. En Avilés en el Teatro Palacio Valdés, en Oviedo en el Teatro Filarmónica y en Gijón en los Cines Centro (están cerrados desde hace unos meses, pero volverán a abrir para este ciclo y para el festival de noviembre). La entrada es libre excepto para tres proyecciones extraordinarias organizadas en espacios singulares para las que se agotaron enseguida lainvitaciones que la Fundación puso a disposición del público por Internet. Un concesionario de coches abandonado en el centro de Oviedo se ha convertido esta noche en recinto procipio para disfrutar del jazz (una banda interpretaba piezas de la banda sonora), el encuentro y el cine en preciosas butacas rescatadas de sabe dios qué vieja sala. Tras los vinos, los  canapés y la música, la directora de la Fundación nos dio la bienvenida en un pequeño acto que, además de un homenaje a Coppola, se convirtió en una reivindicación de la necesidad de que vuelva el cine a las calles de las ciudades. Y luego la luz se apagó y en este singular espacio urbano comenzó la proyección de esta obra maestra que yo no conocía. Ya solo los tres minutos iniciales con ese extraordinario plano secuencia cenital en que la cámara nos lleva hasta ese Harry Coul, que borda un Gene Hackman extraordinario, nos hacen saber que estamos ante una película que (incluso sin padrinos ni apocalipsis) justifica que Coppola merezca el premio que recibirá aquí la semana que viene. El contexto del Watergate hace aún más interesante una historia que es de vigilancia, de dilemas éticos, de tecnologías futuristas, de amores extraños y, quizá sobre todo, de soledades existenciales. El gran plano inicial abierto en el que nos llama la atención ese hombre que deambula solo entre la gente es la mejor presentación del tono de una historia que tendrá un final extraordinario en ese espacio interior cerrado en el que podría haberse inspirado Amir Naderi para construir Vegas, esa otra joya cinematográfica sobre la autodestrucción humana. Así que bienvenido seas Coppola a estas tierras asturianas. Aunque solo sea por habernos permitido vivir ceremonias cinéfilas tan magníficas como la que de esta noche.