sábado, 31 de octubre de 2015

Raghs dar ghobar (Dancing in the dust)

de Asghar Farhadi. Irán, 2003. 95’.
31 de octubre de 2015. Cines Broadway, 60º Semana Internacional de Cine de Valladolid (sección Inéditos. Talentos del siglo XXI). V.O.S.

Un joven enamorado se ve obligado a divorciarse de su mujer porque su familia sospecha que la madre de ella se prostituye. Al no poder pagar la deuda por la dote huye de la ciudad ocultándose en la furgoneta de un cazador de serpientes con el que pasará unos días en el desierto. El trato del silencioso trampero hacia el ingenuo joven pasará de la hostilidad inicial a una ayuda sincera con la que le acabará salvando algo más que la vida.

Lo dije en la reseña de Le passé cuando la vi hace dos años en el festival de Gijón: quiero conocer todo lo que ha hecho ese magnífico director iraní que es Asghar Farhadi. Así que tenía muy claro que entre lo que este año no me iba a perder en Valladolid estaba esta oportunidad de ver su primer largometraje. Y ante ocasiones así, uno espera encontrar simplemente un buen hacer que preludie otras películas mayores. Algo de eso me sucedió ayer con la de Sorrentino (y ya la disfruté bastante), pero con Farhadi no ha sido así. Su Rags dar ghobar (o Dancing in the dust) es una obra mayúscula, una película imprescindible entre las mejores del cine iraní (y eso no es decir poco tratándose de un país en el que abundan los buenos directores). El aire juguetón y hasta casi naif de la primera parte contrasta de manera perturbadora con esa segunda parte que muestra la relación iniciática entre dos hombres y dos edades que confrontan en el desierto con la única compañía de las ruinas y las serpientes. Las interpretaciones son magníficas, igual que la estructura y el guión de una historia llena de pistas y correspondencias: el caballo, las serpientes, el anillo, el dedo, la madre de negro que en la primera parte tiende ropa oscura, la hija inmaculada que al final recogerá ropa blanca, los silencios del padre religioso que culpabiliza a los demás y del cazador solitario que malvive con sus culpas... Así que no ha podido ser mejor este encuentro con la primera obra de Asghar Farhadi, una auténtica joya de este director sobresaliente.