miércoles, 7 de junio de 2017

Playtime

de Jacques Tati. Francia, 1967. 115’.
7 de junio de 2017. Museo de Bellas Artes de Asturias (salón de actos del Museo Arqueológico), Oviedo. V.O.S.

Unas oficinas, un restaurante, un supermercado, una glorieta... Lugares parisinos en los que la automatización y la desquiciada forma de vida americana hacía irreconocible la cultura francesa en aquellos tiempos modernos de hace cincuenta años.

Esta mañana he llevado a mis alumnos a la magnífica exposición de Gilbert Garcin en el Centro Niemeyer (antes de un inesperado y grato encuentro con Paco Abril en la explosición de Valdecarzana). Jacques Tati sería una de las referencias de este fotógrafo francés que ha sabido unir la ironía y la metafísica en su taller artesano. Playtime tiene también mucho de irónico en esos dispositivos complejos con los que, más que cuestionar la arquitectura moderna, lo que realmente criticaba era aquello que Marvin Harris llamó la cultura norteamericana contemporánea. En eso no sería difícil encontrar vínculos con tesis actuales tan genuinamente francesas como las del decrecimiento de Serge Latouche. La explícita denuncia que Tati hace de la saturación del inglés en el París de hace medio siglo tiene también el mayor interés ahora a la vista de lo que está pasando en España. Por lo demás, casi se agradece que la versión que se ha proyectado de la película no haya sido la inicial de casi tres horas. Y es que, aunque las escenas finales del tráfico son visualmente muy poderosas, la mayor parte de la película resulta algo reiterativa. En todo caso, con la proyección de Playtime (muy bien presentada por Pablo de María) se ha cerrado el ciclo de cine Metáforas construidas, una prueba más del buen rumbo que el Museo de Bellas Artes está tomando desde que se inauguró su ampliación y desde que lo dirige Alfonso Palacio.