domingo, 28 de enero de 2018

Nina

de Olga Chajdas. Polonia, 2017. 130’.
28 de enero de 2018. Centro Niemeyer, Avilés, 47º Festival Internacional de Cine de Róterdam. V.O.S.

Nina y su marido quieren tener un hijo pero no pueden, así que buscan una mujer que les ayude. Encontrarán a Magda, una joven lesbiana que disfruta de su habitual promiscuidad y que acabará teniendo una relación apasionada con Nina.

Está inspirada en La vida de Adèle de Abdellatif Kechiche. Lo decía en un mensaje virtual uno de los espectadores desde no recuerdo qué ciudad. Y tenía razón porque esta película de tactos, gestos y músicas que acarician y de fotografía fría en los exteriores y colores tórridos en la intimidad, parece la versión polaca (con edades algo mayores) de aquella sobrevalorada reivindicación francesa de la homosexualidad femenina. La atracción entre los dos personajes principales está muy bien retratada y su magnetismo es innegable. Sin embargo, fuera de esa relación apasionada, lo que realmente les pasa a esos personajes se muestra levemente (las tensiones en el matrimonio, la relación del marido con su padre, la de Nina con su hermana, la de Magda con su amante habitual...) De modo que Olga Chajdas no consigue definir bien una historia que interesa más por su núcleo que en conjunto. De todas formas, ha estado muy bien poder asistir desde el Niemeyer a estas cuatro proyecciones del festival de Róterdam (solo nos hemos perdido la de hoy domingo a las tres de la tarde) que hemos visto con una calidad de imagen espectacular, también en los minutos previos y en el coloquio posterior a cada película desde esa sala holandesa que parecía ser la nuestra. Conectarnos en directo con un festival internacional de relevancia es una excelente iniciativa que resultaría aún más que interesante si, en lugar de ser todo en inglés, se planteara también para festivales importantes de los países que hablan nuestra lengua. Así que me relamo imaginando que, por ejemplo, pudiera ver desde el cine del Niemeyer las proyecciones del BAFICI. Algo que sería muy lógico en este lugar que es el más iberoamericano de Asturias y quizá de España. Así que, en vez de hablar tanto de la marca España y de hacer tan poco por la eñe, quienes tienen responsabilidades culturales en el ámbito iberoamericano deberían aprovechar la inmensa ventaja que supone compartir esta lengua para promover cosas así. Seguro que las transmisiones en directo desde festivales en español interesaría en muchos lugares de América y del resto del mundo. Por ejemplo, en ciudades como esta o en todas las que tienen centros del Instituto Cervantes.