martes, 20 de febrero de 2018

Alanis

de Anahí Berneri. Argentina, 2017. 82.
20 de febrero de 2018. Casa de la Cultura, Avilés. V.O.S.

Alanis tiene un hijo de año y medio y vive con una amiga mayor con la que se lleva muy bien. Las dos se ayudan y ejercen la prostitución en el piso que comparten. Hasta que llega la policía y la amiga es detenida y a ella la echan del piso. Otra amiga la acoge en su tienda y cuida del niño durante los días en los que Alanis tendrá que buscarse la vida en la calle. Hasta que encuentra otro grupo de chicas que con las que volverá a ser una madre feliz compartiendo piso y oficio con ellas.

Magnífica en el fondo y en la forma. Anahí Berneri nos da toda una lección de buen cine con esta película que se abre y se cierra mostrándonos a una mujer que es a la vez madre, prostituta y feliz. Toda una provocación para ese imaginario, entre puritano y redentor, al que repugna que esas palabras puedan ir juntas porque considera que la segunda es siempre sinónimo de sumisión y alienación. Pero la Asociación Mujeres Meretrices de la Argentina y Anahí Berneri no lo ven así y presentan este magnífico alegato que quizá sea denuncia de muchas cosas, pero es también reivindicación de otras. Por ejemplo, de esa condición femenina, cooperativa y amistosa, que preside esa prostitución autogesionada que se intuye en el comienzo y el final de esta estupenda historia. Pero, además del fondo, también la forma es magnífica en Alanis, una película que aparenta ser de maneras documentales muy naturalistas (que las tiene), pero que también tiene una muy notable elegancia y pertinencia formal. Por ejemplo, en esos encuadres que no pasan desapercibidos para quien aprecia ese buen cine que sabe ser original sin caer en amaneramientos. Por lo demás, es un lujo asistir a una interpretación tan poderosa como la de Sofía Gala, una actriz que tiene más que merecida la Concha de Plata por su excelente papel aquí. Sin olvidarnos del pequeño Dante, el hijo de la actriz, que consigue llenar de ternura la cotidianidad de estas vidas femeninas y porteñas aportando con su voz y sus palabras tentativas la mejor banda sonora a esta película sobresaliente. Alanis confirma que en nuestra lengua se hace un cine soberbio en muchos lugares. Por ejemplo, en Argentina.